Desde muchos años atrás la tarea de lavar la ropa se realizaba en el río, golpeandola contra las piedras, restregándola y frotándola para arrancar la suciedad.
Se supone que en el siglo XXI, los dilemas familiares respecto de las tareas del hogar se centran sobre todo en buscar la forma de ser más eficientes, gastar menos recursos (agua y energía), evitando facturas elevadas, y de paso contribuir a la sostenibilidad del planeta.
La provincia de Los Ríos, al igual que muchas otras partes en Ecuador, no es la excepción, pues las marcadas tardes soleadas aún se ven acompañadas por una que otra mujer lavando a lo largo del río. Cada día, ellas visten de colores las orillas, mientras realizan esta actividad que, dicen, ya es una tradición.
pocas son ya las mujeres que suben y bajan con tachos, tinas, maseta, cepillo, jabón y su infaltable peña que deben cargar para después, durante varias horas, permanecer en las turbulentas aguas del afluente sin importar el clima que arroje el día.
Junto a ellas también llegan varios niños, quienes se divierten y aprovechan el momento para jugar, mientras las mujeres friegan la ropa y golpean con fuerza para quitarle la suciedad a las prendas de vestir.
ellas sacuden sus manos agrietadas y con un color distinto al habitual por su permanencia en el agua, conversan que no se acostumbran a lavar en máquinas y que su situación económica tampoco le permite tener una.
Con el tiempo el trabajo se redujo
Para Maria, la moda de los electrodomésticos que ahorran tiempo y dan comodidad a las amas de casa, le hizo reducir la cantidad de dinero que se gana con esta actividad, por lo que ahora se busca otras fuentes, sin abandonar su tradición.
“Hay semanas en las que se trabaja dos días porque no hay ropa sucia y, además, con las constantes lluvias del invierno, el río crece y el agua se pone fea y dificulta más poder salir a lavar. Desde aquí vemos que el agua baje y se aclare para sacar la peña y llevar la ropa”, recalca con incertidumbre, mientras se coloca una gorra para evitar que el sol pegue directo a su rostro y poder seguir forzando sus manos para sacudir las prendas que lava, al igual que sus otras compañeras.
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