Frente a la histórica iglesia San José, un grupo de fotógrafos se ha convertido en testigo silencioso de la vida social y cultural de Quevedo. Estos profesionales, muchos de ellos de varias generaciones, siguen capturando momentos que forman parte de la historia de la ciudad, desde matrimonios y bautizos hasta celebraciones escolares y eventos cívicos.
El presidente de la Asociación de Fotógrafos de Quevedo, licenciado Cristóbal Lizarraga, destacó la labor de quienes permanecen en los exteriores de la iglesia, señalando que esta tradición es más que un oficio: es un legado que conecta a la comunidad con su memoria visual. “Hemos marcado un hito histórico en los hogares de Quevedo. Nuestros álbumes y fotografías están presentes en muchas familias, y eso también cuenta la historia de nuestra ciudad”, expresó.
Lizarraga recordó cómo, en los tiempos de la fotografía analógica, las primeras imágenes se cobraban apenas 40 sucres. Con el cambio a la era digital, los fotógrafos se enfrentaron a nuevos desafíos, adaptando técnicas y equipos para mantenerse vigentes ante la inmediatez de los teléfonos inteligentes. “Hoy la creatividad y la calidad marcan la diferencia. La gente busca estudios para dar realce a su imagen, algo que la fotografía digital casera no siempre puede ofrecer”, enfatizó.
A pesar de la modernización, algunos fotógrafos aún conservan cámaras de rollo, simbolizando la historia viva del oficio. La Asociación, que el 29 de agosto cumplió 50 años de fundación, agrupa a 20 miembros activos, quienes reciben capacitación constante y siguen protocolos estrictos para garantizar un trabajo profesional y respetuoso en instituciones educativas y eventos públicos.
El legado familiar también es parte de esta tradición. Lizarraga contó cómo su esposa, diseñadora gráfica, y sus colaboradores forman un equipo que permite sostener el negocio y preservar la memoria histórica de Quevedo, pese a los cambios tecnológicos y la competencia de la fotografía móvil.
“Queremos que las nuevas generaciones comprendan que una fotografía impresa no es solo un recuerdo, es un testimonio de identidad y cultura que perdura”, señaló Lizarraga. Actualmente, una fotografía básica se ofrece a partir de $3, mientras que trabajos de estudio con escenarios y accesorios tienen costos adicionales.
Con cada flash de sus cámaras, los fotógrafos de Quevedo siguen siendo guardianes de la memoria colectiva, recordando a todos que la fotografía es más que imágenes: es historia, tradición y un patrimonio invaluable para la ciudad.