La mayoría de los edificios de Israel tiene un cuarto de seguridad. Ahí es donde se refugian los habitantes cuando suenan las sirenas que anuncian un bombardeo, como los ejecutados esta semana desde la Franja de Gaza contra ciudades israelíes. El boletín informativo del Consulado de Israel en Guayaquil, del 13 de mayo de 2021, afirma que en 48 horas 1.050 cohetes fueron disparados desde Gaza. Ese mismo día, en la noche, uno de esos artefactos cayó en Ramla, la ciudad donde vive con su familia Nadia Mejía, una judía que nació en Ecuador y que desde hace dos años y medio se instaló en Israel.
“No te imaginas la angustia ayer (11 de mayo) cuando empezaron a sonar las sirenas. Mi esposo estaba afuera, el pobre vino corriendo porque se fue a la panadería y no sabíamos dónde era el cuarto antibombas. Si vieras, me cogió un terror, una angustia. ¡Dios mío!, no sabía que teníamos que salir a las gradas (escaleras), eso fue una ignorancia mía, y como somos nuevos en todo esto lo que hicimos fue coger al bebé y nos metimos en la tina del baño todos; pero después los vecinos golpearon la puerta y gritaban ‘salgan, salgan’”. Así relata Nadia la primera alerta de esta semana.
Ella conocía el subterráneo donde está el cuarto de seguridad, pero se bloqueó, pensó no saber o en la confusión creyó que estaba cerrado, porque uno de sus vecinos lo usa regularmente para guardar bicicletas, señala.
Cuando en una ciudad se anuncia un ataque es obligatorio ir a los cuartos de seguridad: existe una ley que establece sanciones civiles y penales para los israelíes que no se protegen, según la mujer judía que cambió Quito por Israel en el 2018. Allá anhelaba vivir.
En Netanya reside, hace tres años, una ecuatoriana-israelí nacida en Ecuador, como ella misma se describe: “Vine a vivir a Israel para poder tener una vida judía plena, educación judía para mi hijo (Cashrut) y poder celebrar todas las festividades”, dice Soledad, nombre protegido.
La diferencia de esta ciudad con la que habita Nadia es que Ramla es mixta, es decir, conviven “árabes cristianos, árabes musulmanes, judíos y cristianos ortodoxos”, explica, y en Netanya “no tenemos tanta población árabe, yo diría muy escasa; la población es más bien judía: 50% judía observante y 50% judía sionista, pero no religiosa. Es una ciudad tranquila en relación a todo lo que está pasando”, dice Soledad, quien, sin embargo, relata que sí sonaron las sirenas el 10 de mayo y tuvieron que ir al cuarto de seguridad.
“En el edificio donde vivimos cada departamento tiene su cuarto de seguridad, por lo que se facilita ir rápido al refugio y, bueno, se dio una explosión en el mar. Cuando no van a caer (cohetes) en una población civil no suenan las alarmas, y la verdad (es) que la tecnología no permite que en Israel pasen más catástrofes de las que podría haber pasado, porque el lanzamiento de cohetes ha sido garrafal y, claro, la cúpula de hierro los intercepta, pero uno que otro ha hecho daño a la población, ha hecho daño a civiles, en comparación a Gaza, que ellos no tienen esa tecnología y por eso, ante las noticias y ante el mundo, parece que los ataques son desproporcionados, pero no es así”.
Soledad cuenta que hay edificios que no tienen espacios de seguridad y cuyos habitantes deben ir a refugios. Nadia añade que en las construcciones más modernas cada departamento tiene una habitación antibombas. Junto a las sinagogas también hay sitios para que en momentos de bombardeos se refugien quienes están orando, transeúntes o quienes no alcanzan a llegar a sus casas.
En el subterráneo, el cuarto de seguridad al que le corresponde ir a Nadia, su esposo e hijo, junto con las otras siete familias que viven en su condominio, es húmedo, mide aproximadamente 40 metros cuadrados, no tiene divisiones, pero sí un baño. Ella dice que el primer paso cuando suena la sirena es ir a las escaleras; si se mantiene sonando por 10 minutos, deben ir al refugio.
Soledad, quien antes residió en Guayaquil, sostiene que no siente miedo: “Tengo confianza en Dios, rezamos mucho, pedimos mucho… En Israel básicamente tienes que creer en Dios, en los milagros para afrontar la situación”.
Las noticias le provocan impotencia, porque a su juicio hay información que no es objetiva, no se explica dónde empezó el conflicto. “Siempre ponen fotos de niños de Gaza a los que han pasado cosas terribles, pero ahora falleció un niño de seis años por el ataque con cohetes, falleció una señora con su cuidadora, y hasta ahora he visto alguna noticia que diga ‘falleció niño por un ataque de los terroristas de Hamás’”
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